A un año de estar en Haití
muchas cosas se vienen a la mente y al corazón, Seba y Yo hemos arribado a
Kazal, una localidad a unos 50 kilómetros de Puerto Príncipe, un sector rural,
donde no hay luz eléctrica, ni agua potable, donde existe un mercado cada
martes que aglomera a la gente de más lejos y más cerca para hacer las
transacciones y recibir unos cuantos Gourdes (dinero haitiano) por su trabajo.
Pensaba en como poder
contarles de los que por aquí se vive, pero si no se está aquí no se logra
comprender en totalidad, somos dos blancos en medio de un pueblo de negros, no
quiero con eso que piensen que es discriminación mi forma de escribir sino todo
lo contrario , es una manera muy literal de decir lo diferentes que somos, no
hay ni mejores ni peores , somos distintos en muchísimos aspectos… pero nuestro
deseo es insertarnos , aprender y enseñar , compartir la vida, meter el
evangelio en medio de este pueblo, que
ya tiene mucho de Dios.
QUÉ SIGNIFICA PARA NOSOTROS
ESTAR EN HAITI:
• Estar en Haití es estar
inmersos en una realidad teologal: Un periodista francés en un relato titula: "El nombre de Dios en Haití...en este país
(Haití), el nombre de Dios está en todas las bocas, pero solamente para constatar su
gigantesca ausencia ...Haití es un país abandonado
por Dios..." compartimos que la presencia de Dios está en todos lados, en los vehículos públicos (tap tap) y los negocios; en todas las' bocas' y corazones de los
haitianos , aquí Dios tiene otra forma de llamarse, aquí es Papa bondye (papá
buen Dios) al que se le agradece siempre la vida, pero en todo caso nosotros
decimos que Haití a pesar de su religiosidad es un país abandonado de la solidaridad humana y empujado a un abismo de desesperación por
el capitalismo inmisericorde y el egoísmo desmedido de los que deberíamos ser sus hermanos y la mano más palpable
de ese Dios al que tanto claman.