miércoles, 8 de febrero de 2012

VOCACIÓN LAICAL, testimonio desde la vivencia

Primer elemento de la misión y espiritualidad del Proyecto de Voluntariado Claretiano

27 de enero de 2012
Jimaní, República Dominicana
Autores:   Lumir Figueroa Torres y
     Yoselin  Cárcamo Torres
No es fácil hablar de vocación, pues es una realidad muy personal y rica en matices, además y ustedes deben saber, cuando se habla de vocación, inmediatamente puede pensarse en vida consagrada, por ello queremos exponer esta visión laical de vocación al servicio y la misión. En nuestro retiro mensual comunitario, Padre Héctor Cuadrado, cmf, nos presentó la vocación a través del símbolo del rostro. “Todos tenemos un rostro pero ninguno es igual. Todo rostro se configura de manera distinta. De esta manera es la vocación, todos somos cristianos con configuración distinta.” Vocación en palabras simples podría traducirse como identidad.

“La V Conferencia de Aparecida nos recuerda, por una parte, que en virtud de nuestro bautismo hemos sido llamados a ser discípulos y misioneros en Jesucristo (DA 10.) y, por otra, que a pesar de ello, escasean las vocaciones al ministerio ordenado y a la vida consagrada (DA 100) A partir de esta doble premisa nos propone una definición de la pastoral vocacional en dos dimensiones complementarias: particular, como aquella que “acompaña cuidadosamente a todos los que el Señor llama a servir a la iglesia en el sacerdocio, en la vida consagrada o en el estado laical” (DA 314.); general, como aquella cuya finalidad es ayudar a descubrir el sentido de la vida y el proyecto que Dios tiene para cada uno, acompañándolo en su proceso de discernimiento” ( DA 314.) . Por otra parte, pide  que esta acción vocacional se fundamente en el “encuentro personal con Jesucristo”. Pase de la “mera conservación a una pastoral decididamente misionera” (DA 370); y siga un itinerario pastoral, espiritual y vocacional (DA 278).”[i] 
“Yo soy la vid, ustedes los sarmientos: quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto; porque separados de mi no pueden hacer nada.” ( Jn 15, 5). El permanecer en Jesucristo implica necesariamente dar fruto. El dar fruto no puede entenderse como un activismo ni la permanencia como una pasividad. La permanencia se muestra esencialmente dinámica, fructificando. El hecho de dar fruto aparece con un doble sentido. Por una parte, los discípulos deben hacerlo hacia dentro: permanecer en Jesús mediante el amor fraterno y, en consecuencia, ser “una sola cosa”. Y por otra, deben hacerlo hacia fuera: los discípulos deben comprometerse en la misión, tal como el mismo Jesús declara: “Para que el mundo crea que tú me enviaste”[ii] (Schokel, 2010).
 “… Llamó a su lado a los que él quiso”… (MC 3,13) Es así como cada uno de nosotros, laicos, comenzamos un camino de constante  búsqueda.  “Sos laico y desde tu realidad evangelizas”  (Rut, 2012).  Laico es a quien se la ha dado el don de la fe. Este no se cuestiona más allá.  En muchas órdenes o congregaciones existe el término seglar, este es quien ha madurado su autoconciencia vocacional y también ha madurado su fe.
Cada uno de nosotros tiene una vocación, una manera concreta de vivir en este mundo, cada uno ha tomado una opción en un momento determinado de su vida. Dios llama en un tiempo concreto, un lugar  y  a unas personas en concreto.
Todos estábamos en nuestros países haciendo algo, con proyecciones laborales o de estudio, pero siempre en búsqueda. A cada uno de manera diferente le llegó la invitación, porque ya conocían a alguien en el proyecto, porque un claretiano lo entusiasmó, porque vió un afiche en internet,  en fin, diversas son las maneras en que Dios se presenta de una forma concreta.
Pues  bien, hablábamos de vocación, esa vocación como “llamada” y toda llamada, requiere una escucha y una respuesta. Esa llamada interior que puede tener influencias ambientales, pues todos nosotros tenemos una relación cercana con la iglesia, con una parroquia, con un sacerdote o varios, etc. De  alguna u otra forma Cristo ha estado presente en nuestras historias. El requería una respuesta y nosotros hicimos una elección, cada uno renunció a un camino querido para seguir otro mejor.  Un camino que se impone con fuerza por que es la llamada íntima de Dios, este proyecto es una manera de encontrar respuestas a una búsqueda vocacional. Santa Teresita de Jesús en su autobiografía nos dice: “La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos…. Ese es el misterio de mi vocación, de toda mi vida y sobre todo el misterio de los privilegios que Jesús ha dispensado a mi alma… No llama a los que son dignos sino a los que quiere”…




[i] Fragmento de la Oración de Mañana dirigida por Padre Chumi, Cmf, durante la Asamblea extraordinaria  Delegación de las Antillas, 19 de enero de 2012.
[ii] Alonso Schokel, Luis, 2010. La biblia de Nuestro Pueblo