Muchos conocen a García Márquez, el
escritor, pues en una de sus grandes historias me inspiro para contarles un
poquito de mi propia historia, García Márquez relata con prodigiosa pluma la
vida en un pueblito llamado Macondo en cien años de soledad, yo vivo en un
“Macondo” muy particular, es mi
lugarcito en el mundo, y aunque mi ombligo no esta enterrado aquí , mi corazón
se ha enamorado de esta tierra y de su gente, es un espacio compartido con
otros misioneros religiosos claretianos pero mas compartido aún con mi
compañero laico : el Seba, un argentino bien particular de mi misma edad y con
algunas otras cosas en común como el gusto por el vino y la buena mesa aunque a
estas alturas ya comemos sin regodearnos, pero si aparece un buen chorizo no
dejamos de sentir el placer de disfrutarlo amenizado con alguna conversa sobre
la vida.
Ambos hemos ido andando ya dos años
luego de conocernos el 1 de septiembre del 2011 en el aeropuerto de Panamá, mientras el dormía en las bancas del
anden 21 donde embarcaríamos juntos hasta Republica Dominicana para trabajar
con otros laicos por un año, en una frontera olvidada al sur de la isla, una
frontera que abrió horizontes y que el 14 de octubre del 2012 nos hizo
descubrir todo otro mundo en AYITI (Haití), el primer día lo pasamos en Puerto
Príncipe y solo hasta el día 15 de octubre de ese año nos plantamos en kazal
(macondo), curiosamente es el día de Santa Teresa de Ávila a quien
personalmente le encomiendo nuestros pasos y su intersección, un mes especial
porque es el mes de las misiones y pues “macondo” nos recibía….,
aquí todo se sabe, aquí todos se conocen y la mayoría es familia por alguna rama de parentesco, es un pueblo pequeño con algunas escuelas, incluyendo una del estado , un liceo, una posta medica, y otra llamada buen samaritano que es de unos gringos muy serviciales que han decidido vivir aquí , incluso ya algunas de las mujeres norteamericanas se han casado con haitianos de la comunidad, tiene tres cementerios mas algunas tumbas personales en los patios de las casas como era visto en el siglo pasado en otros lugares , una parroquia llamada San Miguel Arcángel donde cada domingo se aglomera la gente para lucir sus vestimentas planchadas a la antigua con aparatos a carbón porque aquí no hay electricidad, Kazal esta dividido por un río de aguas claras llamado Tósél.
aquí todo se sabe, aquí todos se conocen y la mayoría es familia por alguna rama de parentesco, es un pueblo pequeño con algunas escuelas, incluyendo una del estado , un liceo, una posta medica, y otra llamada buen samaritano que es de unos gringos muy serviciales que han decidido vivir aquí , incluso ya algunas de las mujeres norteamericanas se han casado con haitianos de la comunidad, tiene tres cementerios mas algunas tumbas personales en los patios de las casas como era visto en el siglo pasado en otros lugares , una parroquia llamada San Miguel Arcángel donde cada domingo se aglomera la gente para lucir sus vestimentas planchadas a la antigua con aparatos a carbón porque aquí no hay electricidad, Kazal esta dividido por un río de aguas claras llamado Tósél.
“…macondo era entonces una aldea de
veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas
diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes
como huevos prehistóricos…”
Y pues mi pueblo tiene dos historias
muy lindas, dignas de ser compartidas, una la del origen de su población, que
es una historia de solidaridad; y la otra la de las víctimas de la represión de
los Tonton Makoute, que es una historia de resistencia popular:
Cuando Napoleón Bonaparte mandó las
tropas a combatir contra los esclavos negros que se habían rebelado en Haití,
formó batallones con soldados franceses y de otros lugares de Europa, entre
ellos soldados de Polonia. Al llegar aquí, los polacos se dieron cuenta de que
la causa de los negros era la verdadera y que era tan cruel e injusta la
esclavitud que sufrían, que la rebelión era absolutamente justificada. Se
pasaron de bando y combatieron del lado de los negros.
Al terminar la
guerra, con el triunfo del pueblo negro, (1 de enero de 1804), Dessalines, (que
es como el San Martín para Argentina u O’higgins para Chile), les dio tierras a
los polacos que querían quedarse aquí. Una de esas tierras fue KAZAL. Los
polacos formaron sus nuevas familias con las mujeres haitianas y la mezcla de
razas ha dado como resultado unos negros de ojos verdes; unas chicas de tez
clara y ojos azules; otros de cabello rubio y ojos oscuros que llaman la
atención porque el pueblo haitiano es de raza negra y uno no espera encontrar
esta mezcla, en general en el pueblo encuentras gente humilde, pobre y muy buena.
Nos han recibido con mucha
amabilidad. De esa historia con Polonia no solo queda los rasgos físicos sino
también la imagen de la virgen de negra de Polonia, o virgen de Czestochowa
(Notre Dame de Jasna Góra) que esta en una Hermita a las afueras de la
parroquia, una imagen que sigue atrayendo a polacos que visitan la zona o que
vienen para trabajar en la minusta (cascos azules)o en alguna ONG europea.
La otra parte de la historia de Kazal habla de
su resistencia, porque en tiempos de Duvalier (dictador cruel y
asesino), los campesinos y campesinas se rebelaron contra el cobro de impuestos y los malos tratos de que
eran objeto por parte de los Tonton Makoutes (la policía de Duvalier). El 27 de
marzo de 1969 hubo una masacre de 23 campesinos y campesinas: unos fueron
decapitados, otros fusilados y otros enterrados VIVOS, en presencia de sus
hijos, familiares y vecinos.
La gente ha hecho una pequeña
plazoleta llamada "Plaza de la resistencia", en el lugar donde fue la
masacre. KAZALE es desde entonces, para todo el país, como un símbolo de la
resistencia popular de Haití, hay una pequeña inscripción que es una expresión
que dice “bay kou bliye, pote mak sonje” (el que golpea olvida y el que lleva
la marca o la cicatriz recuerda), que refleja claramente como el pueblo lleva
esa marca de resistencia y lucha.
Aquí vivimos desde hace una año, sin
saber a ciencia cierta cuanto tiempo Dios nos tendrá aquí, pues su invitación
llego de la mano de los claretianos, pero se sostiene por el cariño , los lazos
y la alegría de haber empezado a conocer
otro mundo , otra cultura, otro pueblo , otra forma de vida, Kazal ciertamente
no es todo Haití pero es sin lugar a dudas mi “macondo”, un lugar que encierra
amor, alegría, risas, pero también llantos, dolores, crudeza, lucha y algarabía
, como la vida misma que se construye “tipa tipa” paso a paso.
Yoselín Cárcamo
Misionera Claretiana Laica
Comunidad Kazal, Haití
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