lunes, 24 de octubre de 2011

24 de octubre de 2011

Querida Familia y Amigos:
Antes que nada quiero agradecerles una vez más por tomarse el tiempo de leer estas palabras. Les cuento que ayer regresamos de la montaña. Subimos creo que el 13 de Octubre a El Pinito en donde trabajo con Myrna. Allí estuvimos hasta el lunes 17 que regresamos acá a El Limón de Jimaní. Luego el 20 creo que subimos a la otra montaña donde trabajo junto a Jhonny en Angel Feliz. Pasamos unos días increíbles. No deja de sorprenderme como en estas comunidades perviven valores como la solidaridad, la generosidad, la entrega desinteresada.
En El Pinito viven principalmente campesinos que tienen sus conucos (parcelas) pero que además poseen una casa en el pueblo, por lo que allí la gente posee poco arraigo y es un poco más complicado trabajar cuestiones como la organización comunitaria, liderazgo, empoderamiento, etc. Es una comunidad un tanto disgregada y como que cada cual se ocupa de lo suyo por lo que en cuestiones que afectan a toda la comunidad, por ejemplo, agua potable, luz, letrinas, educación, vías de acceso, etc. existe una seria deficiencia.
En Ángel Feliz la comunidad se encuentra un poco mas organizada y se nota el trabajo que viene haciendo Floresta, una organización de base cristiana (Iglesia evangélica) que procura fortalecer y acompañar los procesos de las comunidades campesinas. Están realizando un trabajo excelente en base a pequeños grupos de ahorro y préstamo.
En la primer montaña vivimos en una casa que nos prestan unas monjitas en Los Bolos. Llegamos allí y luego de comer algo salimos a visitar nuestras comunidades. Yo voy manejando la camioneta y fuimos dejando a nuestras compañeras en cada comunidad hasta llegar a El Pinito. Allí la estacionamos y nos enteramos que el maestro no iba a dar clases ni el jueves ni el viernes. Aún no lo pudimos conocer y nos desilusionamos cada vez más de la escasa importancia que se le da a la educación. Nos propusimos visitar a las familias que no habíamos visto por lo que comenzamos nuestro recorrido y nos encontramos con Carmelita, en medio de la montaña y como 8 hijas. Una vez más reconocemos el analfabetismo y el deseo de aprender. Soñamos con concretar algo al respecto. Su casa es hermosa, un ranchito en el medio de un valle que cuando llueve mucho se forma una laguna. Seguimos de camino por un sembrado de guineo (plátanos) hasta llegar nuevamente a la casa de Adolfito, donde almorzamos guineo sancochao (plátano hervido) con huevo frito y un pedacito de pollo frito. Luego de ello creo que ya emprendimos el regreso. Otro día estuvimos con José y su esposa María. Allí José me llevó a ver una riña de gallos, cosa que acá es muy común, es casi la única diversión que posee la gente aparte de las celebraciones religiosas (principalmente del culto evangélico).
Al otro día nos fuimos para un paraje cercano al Pinito llamado Barrera y fue el día que más caminamos. Allí nos encontramos con Josué un joven norteamericano que pertenece al Cuerpo de Paz, que por lo que entendí, es una organización estatal del gobierno de Estados Unidos que fomenta actividades solidarias. Josué es ingeniero civil y se encuentra coordinando un proyecto de acueducto en esa zona junto a Jeremías otro joven estadounidense. La gente acá a cualquier extranjero, no importa de qué país sea les llaman ”los americanos”. Allí estuvimos interiorizándonos un poco de su trabajo. Es interesante porque están viviendo junto a la gente, por dos años aproximadamente, lo único no tan bueno es que están solos. Josué en Barrera y Jeremías en El Cercado, otro paraje colindante pero lejano, en la misma zona. El proyecto de Josué beneficiará solo a Barrera, no obstante la comunidad de El Pinito donde nosotros trabajamos, ya lo reconoce ya que circula frecuentemente por la zona, por lo que nos parecía importante conocernos un poco más ya que aún cuando estemos en comunidades diferentes, nos encontraremos varias veces en el caminar por estas tierras.
Respecto de la segunda Montaña diremos que el viaje se nos retrasó un poco ya que cuando bajamos de El Pinito nos dimos cuenta que algo fallaba en la camioneta por lo que luego al corroborar que necesitaba reparación nos quedamos un día más acá en El Limón y al otro día subimos, creo que llegamos el jueves 20 a Ángel Feliz (y el resto de mis compañeritas a Sabana Real y pinos del Edén). Al llegar con Jhonny comenzamos a bajar los colchones, el agua y algunas provisiones que llevábamos ya que nos quedamos en la escuela, en una sala que el profesor no cedió para que sea nuestro hogar por esos tres o cuatros días que nos quedamos.
Al llegar lo primero que nos informan es que Juana, la líder comunitaria y amiga nuestra, no se encontraba ya que había fallecido un familiar suyo y había bajado hasta cerca de la capital. Al principio eso nos preocupó un poco porque ella es quien nos acoge como una madre cuando llegamos allí, nos cocina y nos acompaña en nuestro visiteo por el lugar. Pero luego pensamos que era una buena oportunidad para conocer más directamente a esa gente y animarnos a meternos de lleno en nuestro trabajo sin mediaciones. Esos días dormimos en la escuela junto a Jhonny y fue Alba quien nos hizo de madre esos días. En su casa desayunamos junto a sus dos hijas Yesica y Chata de 7 y 4 anios respectivamente, dos nenas que ella cría para no sentirse tan sola. Luego llega Angela una nena haitiana que durante todo el día se queda con ella mientras su mamá recoge café desde las 08 hasta las 18 hs aproximadamente. Angela posee todos los rasgos de una nena malnutrida en sus primeros años de vida. Es tan dolorosa esa realidad porque uno ve muchas cosas pero eso aparece como irrevertible y duele mucho.
Además a medida que avanza la mañana comienzan a llegar mas vecinos que al pasar por allí se sientan a desayunar ya que nunca falta un poco de café o algunos víveres como ellos le llaman al guineo (plátano) hervido con hauacate (palpa) y algún huevo frito o ullama (zapallo). Llovió todas las tardes que estuvimos allí. Un día tuve que ir a buscar agua y los chicos al ver que se me complicaba la cosa me acompañaron y me ayudaron a cargar el balde con agua en medio del barro y la lluvia. Luego al ver que al tocarla me pareció que estaba el agua fría, se dieron cuenta y sin que yo dijera nada me ofrecieron calentar el agua en el fuego de una vecina. Fue una hermosa oportunidad para intercambiar unas palabras con Betiana (no estoy seguro si este era su nombre) una mujer haitiana que vive hace 7 años en Republica Dominicana. Ella me hablo de su hija que hoy tiene 11 años y que vive en Haití. Ella me dijo: “Sé que mi hija esta pasando trabajo, por eso si vine alguna americana yo le voy a pedir que se la lleve”. Al preguntarle yo porqué la había dejado en Haití ella me respondió: “yo necesitaba venirme para poder vivir pero no la quise traer porque los dominicanos la echan a perder a las niñas haitianas”. Sin palabras.
Como llovió tantísimo la camioneta pudo llegar pero luego no pudo bajar porque el camino se tapó por los derrumbes. Por ello se retrasó nuestro regreso hasta que la misma gente de la comunidad con pico y pala destapó el camino. En esos días realizamos algunos juegos con los niños pero principalmente nos dedicamos a la visitas a las casas de familia. Yo sentí realmente que en esas visitas ya se daba un encuentro tan lleno de vida y esperanza que me sentí muy satisfecho a pesar que aún no hemos empezado a trabajar de lleno con nuestros proyectos que venismo elaborando.
Hoy nos encontramos festejando el aniversario de Claret, fundador de nuestra Congregación, quien falleció un 24 de Octubre del año 1870. Estamos felices, procurando ser fieles a sus palabras: arder en caridad.

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