domingo, 8 de abril de 2012

Una Semana Santa llena de signos y luces de vida...

“Sómos lápices en las manos de Dios” con esta frase de Madre Teresa de Calcuta dimos inicio a la nueva metodología de trabajo, donde  estaremos 15 días en la Montaña. Mi zona se compone de las comunidades de Los Pinos del Edén, Angel Feliz y Sabana Real. La primera semana  nos dedicamos a organizarnos y dar a conocernos a nosotros, la nueva metodología de trabajo y nuestro proyecto. Mi equipo hasta el momento está compuesto por Myrna, Jhonny y Mary Helen.

¿Cómo es nuestro trabajo? Podría decirse que de nómadas… Nunca estamos fijos, tres días aquí, dos allá, etc.… A diferencia de la otra zona, nuestro territorio tiene más extensión territorial y cada comunidad queda distante una de la otra, sumándole los sectores que componen  cada una de estas.  Pero en este caminar nuestro testimonio es quien escribe por nosotros y nuestras vivencias, la gente, sus sonrisas y sus enseñanzas nos reconfiguran y dejan ver el rostro humano de Dios.

 “…Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos; dales,  a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, sino también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo,  Amén.”                                           
                               Oración para aprender amar, Madre Teresa

 Comenzamos nuestra misión de Semana Santa  con la llegada de un seminarista, Fredelín Rojas. En su espera, entra una llamada a mi celular, donde resultó ser  la voz de Daniel, uno de los jóvenes que nos acompañaban en la comunidad de Los Bolos. “¿Dónde tú estás?”, me pregunta y continua… “es que queremos verte y vamos de camino hacia Sabana Real”. Por casualidad de la vida yo me encontraba en La Descubierta,  el pueblo que está en los bajos de la montaña, allí es donde nos encontramos.
 Para mí, la visita de Daniel fue mi primer signo, una comunidad, arisca y lejana en trato pero que mis huellas allí son imborrables. Fue doloroso cargar con el sentimiento de que me arrebataron de las comunidades que hicieron que me enamorara de este proyecto, pero “la semilla está sembrada, así que estoy en paz” me dije a mi misma.

  Con Fredelin asustado, iniciamos nuestro camino. Somos la única presencia de la iglesia  y dimos inicio a nuestra Semana Santa con tres celebraciones de Domingo de Ramos. “La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén”  fue adornada con cánticos en kreyol y la sencillez distintiva de  las comunidades de esta zona. Las cuales es la segunda semana santa que celebran formalmente.  Acompañar y sanear la experiencia de Dios de estas comunidades es ardua tarea, pues nos supone un reto, mucho ánimo y sobre todo amor. Pero el amor es el motor de todo.

Así que a partir del lunes nos dividimos, Myrna en Los Pinos del Edén, Jhonny y Fredelin en Angel Feliz y Mary Helen y yo en Sabana Real.   “Nou ce missioner catolik e nou visité u pour allé  nagucmá vandredí e samdí”  (en español Nosotros  somos misioneras católicas y venimos a invitarle para que asista el viernes y el sábado santo). Esta fue la primera frase que aprendimos en nuestro recorrido por la Grivie, comunidad haitiana de Sabana Real. Los niños  fueron nuestros guías y practicaron algo de la misión.

No hay mañana que los niños no desayunen con nosotras o nos levanten. Nunca estamos solas y la comida nunca falta. Entre visitas y formación a los niños, sacamos tiempo para ir al mercado de Haití. Los miércoles es día de mercado y sucede que Haití esta a  pasos de nosotras. Nos tomamos turnos, en la mañana Mary Helen, Myrna y el Hno. Ysaac visitaron el mercado y en la tarde fui  acompañada de Fredelin y Jhonny.

El Jueves Santo se nos llamó al servicio y así logramos que la comunidad  fuera parte activa de esta celebración, dramatizamos el evangelio y tantos niños  y adultos (dominicanos y haitianos) hicieron revivir aquel momento donde Jesús se nos entregó en  pan y en vino.
El camino de la cruz o vía crucis, celebrado el viernes Santo fue colmado de signos. Mientras recorríamos el camino en cada casa veíamos  cruces simbolizando esa entrega de Jesús. Nuestro vía – crusis fue casa por casa y animado de manera sencilla, todos de una manera u otra participaron  y se llevaron con ellos el signo de la entrega por amor.
Sucede también, que acá los velorios o rezos se celebran con una fiesta donde se hace comida,entre otras cosas. Pues sucede que como para ellos el viernes es el día del velorio de Jesús , con motivo a esto preparan condolia o habichuelas con dulce. Esto es una especie de dulce de habichuela licuada, que para mi gusto es muy pesada.  Además ciertos niños o jóvenes se disfrazan  con una especie de máscaras y van de lugar en lugar asustando o pidiendo las famosas habichuelas con dulce. Pero esta costumbre es una especie de promesa que debe continuarse por siete años seguidos.
La resurrección del señor fue una particular, fuimos a las tres comunidades. Pero tuvimos que dividirnos entre Angel Felix y Sabana Real. Una celebración sencilla y muy emotiva  donde asistieron tanto dominicanos como haitianos. Llovió mucho pero esto no mermó nuestros ánimos y los de aquellos que deseaban vivir ese llamado a ser luz de Cristo y convertirnos en hombres y mujeres nuevos.
Nuestra resurrección terminó con las palabras de Kelvin, uno de los chicos de la comunidad que desea formarse, al momento que  montamos a Timamata a la camioneta dijo,  “Viste Mary Helen,  de lo que hablábamos el jueves (del servicio), ustedes lo están haciendo”. Aunque no pudimos regresar a recoger a nuestros hermanos en Angel Felix, por la lluvia y neblina, Dios nos dió la oportunidad de darle acogida a Timamata, una mujer haitiana, viuda y madre de cinco hijos. Esta mujer compartió  con nosotras más que la cena  y una cama caliente, compartió la vida misma y ese es el llamado de Jesús este domingo de pascua, darse y compartir vida.
Me despido con un fuerte abrazo fraternal,

Lumir Figueroa, Voluntaria Claretiana

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