Lo que intentamos
fue mostrarnos disponibles y que la gente sepa que estamos para todo, no sólo
para visitar las casas y para charlar tomando un café, (que nunca está de más )sobre todo cuando lo hacen con tanto amor
como te lo preparan aquí en la loma, sino también para unirnos y juntos
construir algo mejor. Y digo juntos porque
no es "asistencialismo" sino
más bien acompañarlos a ellos en sus procesos para que puedan salir adelante.
El dia siguió y
después de recorrer y conocer tanta gente nos fueron tapando las nubes y esa
misma gente nos decía que fuéramos subiendo para nuestra casa en la montaña ya
que nos iba a agarrar el agua y así fue…
A pesar del frio
seguimos y lo comprobamos: no pudimos
cruzar. Y ahí estaba un hogar con sus
puertas abiertas a nosotros los misioneros, ahí nos quedamos durante una hora
aproximadamente y la lluvia no cesaba.
Estuvimos esperando y esperando, hasta que pasó una guagua (camioneta) y
gracias a Dios nos trasladó y pudimos llegar hasta nuestro hogar y
reencontrarnos con Orlando, compañero de
comunidad que se encontraba en la casa, con mucho frio…
Entre risas
(muchas) pudimos llegar, un día verdaderamente “de aventura”: sol, lluvia,
brisa, mucho calor, mucho frío, conociendo mucha gente nueva, recorriendo
caminos y dando y recibiendo amor, ese amor que nos alimenta y nos alienta a
seguir.
Un abrazo, bendiciones.
"Al final
del camino me preguntarán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada,
abriré el corazón lleno de nombres". Pedro Casaldáliga, cmf.
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